Un relato coral

Por Diego Sabanés

Nuestro proyecto se ha nutrido principalmente de narraciones orales, centrados en la mirada cotidiana, en los pequeños hechos. Hemos preferido tomar distancia de las fuentes oficiales, de la documentación objetiva, para darle espacio a la cotidianidad relatada en primera persona. Esta apuesta por las anécdotas frente a los grandes relatos puede ser pensada también desde la narratología (la disciplina que estudia la construcción de los relatos y su puesta en circulación). De hecho, algunos de sus parámetros nos han servido como guía durante el proceso de elaboración de nuestro recorrido por el Vicálvaro recordado, que se intercepta con el Vicálvaro físico. Hemos intentado instalar sobre la topografía real un barrio invisible, formado por una multitud de imágenes y situaciones que remiten al modelo de relato coral.

Una mirada desde la Narratología

Si hablamos de diversos tipos de relato, es claro que en nuestra cultura estamos acostumbrados, desde la literatura clásica al cine de Hollywood, a encontrarnos con un protagonista (generalmente activo, dispuesto a entrar rápidamente en acción o resignado a tener que hacerlo para salir de algún brete) que desde el inicio al final de la historia se va transformando en la medida en que resuelve algún tipo de problema o alcanza una meta que se ha fijado. Este modelo se centra en una figura más o menos heroica, el protagonista, a cuyo alrededor el resto de los personajes se organizan como secundarios de diverso orden. El protagonista mueve la historia hacia adelante y suele ser generador de cambios. Su lucha suele alcanzar dimensiones trascendentes (aunque en muchos argumentos la dimensión de estos combates se reduzca a la esfera de lo cotidiano, como ocurre en gran parte de la literatura del siglo XX).

Gran parte de los relatos biográficos siguen este modelo: giran en torno a un personaje central y las transformaciones a o largo de su vida. El contexto histórico (la época, el lugar) es el marco para comprender al personaje. El cine abunda en este tipo de Films llamados “biopics”. Nada más alejado de nuestro proyecto.

Tomando distancia de este modelo encontramos uno mucho menos difundido pero más afín al proyecto que nos propusimos realizar. Se trata del “relato coral”, en donde el protagonismo se diluye entres varios personajes y el conflicto central se atomiza en una incontable variedad de pequeñas situaciones sin mayor consecuencia. El relato coral es un entramado de muchas historias donde ninguna se impone sobre las otras (en términos técnicos podríamos decir que no existe una subtrama porque no hay ninguna trama principal; dos componentes habituales del relato clásico). Al no haber un protagonista no hay personajes secundarios. Todos los personajes son fugazmente protagonistas. Podríamos pensar que como modelo de distribución dramática es un sistema más democrático…

El modelo coral se caracteriza sobre todo por su polifonía: el punto de vista narrativo, la voz cantante, pasa de mano en mano como una posta. Cada narrador aporta datos, de tal modo que el argumento se conforma por acumulación de aportes individuales, incluso a veces contradictorios. Porque en este modelo lo que interesa es la pluralidad.

Si en el modelo clásico el contexto nos sirve para entender al personaje, aquí es la suma de personajes lo que nos permite comprender el contexto: en el relato coral lo que prima es un retrato colectivo, un recorto en el tiempo que nos permite ubicarnos en ese punto preciso y recorrerlo. El tiempo y el espacio detienen su progresión para desplegarse. No importa tanto el cambio, la transformación; lo que nos interesa más es el retrato. Como las viejas fotos de las escuelas o los equipos de fútbol, lo que interesa al relato coral es capturar al grupo y a través de él enmarcar una época. Como ocurre con las pinturas de Brueghel, nos encontramos en la literatura con obras como “La Colmena” de Camilo José Cela o en el cine con películas como “Amarcord” de Federico Fellini; retratos de grupo que se nutren por acumulación de anécdotas y personajes pintorescos.

Un retrato de Vicálvaro

En nuestro caso elegimos trabajar con diversas generaciones, lo cual traía un desafío implícito: ¿Cuál de los distintos barrios queríamos retratar? ¿El de principios de siglo XX, que todavía era famoso por sus fuentes de agua, aunque en las casas no hubiera agua corriente? ¿El de los años 60, con sus guateques adolescentes y sus salas de baile, que atraían gente de todas partes? ¿El de los 80, infectado por el consumo de drogas?

Nuestra elección fue armar un Vicálvaro “imposible”, en el cual, como ocurre en los sueños, convivieran diferentes épocas. Hemos sumado al proyecto relatos que describen situaciones y personajes que en algunos casos se superpusieron pero en otros, no llegaron a conocerse. En nuestro Vicálvaro sonoro las generaciones se combinan y al mismo tiempo se explican entre sí.

En este cruce de evocaciones no tardaron en aparecer personajes reincidentes, que eran recordados por varias personas, aunque cada una tuviera con ellos un vínculo distinto. El primero en aparece fue el Dr. Don Antonio de Andrés, el médico de Vicálvaro (que seguramente ha tenido más de uno, pero ninguno con su fama), que cuenta con su propia estatua, financiada por la gente del barrio. Y a él se fueron sumando otros, como la Andrea, que llevaba agua con su burra, puerta por puerta.

Teniendo en cuenta que nuestro proyecto se centraba en los espacios públicos, no es una sorpresa la proliferación de historias vinculadas a las salas de baile y a los dos cines. Rituales de diversión familiar del domingo, lugar de citas más o menos clandestinas, puntos de encuentro para el cortejo… las dos salas de cine que tuvo Vicálvaro (el Astoria y el San Félix), aparecieron innumerables veces en las narraciones. Algo similar ocurrió con las salas de baile, el Paraíso y la Amistad, principalmente. Y también con el Barrabás, en épocas más cercanas. De estos últimos quedan aún vestigios físicos, que hemos visitado con gente de barrio, en una especie de viaje al pasado. Como cabe esperar los lugares evocados tienen un brillo y una potencia que es difícil luego encajar en los espacios físicos reales.

Y si hablamos de lugares de confluencia, no cabe duda de que Vicálvaro se sostuvo sobre los grandes pilares: el cuartel militar Capitán Galoche y la fábrica de cemento Portland Valderrivas. En cada entrevista que hemos hecho durante estos meses siempre nos encontrábamos con el hijo de un obrero de la fábrica, o la prima de un soldado… Toda la gente del barrio parece tener vínculos con uno o con otro, o con ambos. Así que gran parte de nuestras pequeñas piezas de audio funcionan como retratos polifónicos de esos dos lugares.

En el vídeo que acompaña este artículo pueden escucharse enlazados algunos de los testimonios referidos al cuartel militar. En algún caso, desde el punto de vista interno (la descripción de las instalaciones y la rutina cotidiana), otros desde fuera (la tensión el día del 23-F) y en muchos casos desde lo que significaba la convivencia entre los soldados y la gente del barrio. Muchas historias surgieron en esos cruces. Y seguramente muchas de ellas aún no las hemos escuchado. De todas las historias que nos contaron, aquí aparecen sólo algunas. Como en todo relato coral, la combinación de voces y miradas es casi infinita.

 

Cuartel militar

<< VOLVER A ENTRADAS